Con Maderas Desechadas

Como os decía en mi anterior post, hoy os traigo alguno de mis trabajos estivales. En primer lugar, unos cuadritos floridos realizados con sendos trozos de madera que encontré arrinconados en el trastero-leñera. Estaban de pena, habían pasado por alguna capa de pintura (desconozco con qué fin), por humedades... lo podéis ver en la primera foto. En realidad no eran dos tablas, sino una larga que corté por la mitad, acaso después del primer cuadro quería hacer un segundo, como así fue.

Después de un severo lijado para quitar la porquería, decidí pintar la madera sin orden ni concierto, como Dios me dio a entender, vaya. Pensé dejarla vista sin más, con una buena mano de cera que creo que tampoco hubiera quedado mal, más rústico al menos, pero me puede el color.

A continuación, a la caza y captura de piedras más o menos armoniosas y de ramitas para completar el motivo. Pintura, barniz y listo. Segundo cuadro, mismo proceso. Mi inspiración vino de Pinterest, allí encontré verdaderas cucadas. 

Et...voilà

Esta caja hecha a base de trozos de madera, allá por el pleistoceno, pintada de forma poco agraciada con gatitos sobre fondo oscuro, la tuve arrinconada durante años, pero nunca me decidí a tirarla. Cuando me puse con ella no las tenía todas conmigo, me lié a hacer sin el foto a foto de rigor, de lo cual me arrepiento porque no sé si os gustará ahora, pero si hubierais visto su aspecto original, la cosa cambia bastante. Así que os dejo fotos desde todos los ángulos. 

Decir que la tapa está decorada con decoupage a base de trozos de servilleta y que el resto de la caja está forrada, excepto las paredes del interior y la parte de abajo, con tela adhesiva comprada en un bazar asiático. Unas puntillas y seis patas (pomos vulgares y corrientes con una manita de pintura) para terminar... Bueno, no, terminé con un barniz incoloro al agua para protegerla.

Fotos con el móvil, disculpad.

La casita para pájaros es un poco la misma historia. No tiene tantos años como la caja, pero también está hecha con viejos retazos de madera. (Tuve ayuda para la construcción) 

Los pájaros nunca se alojaron en ella, dedicándole una medalla olímpica al desprecio más cruel. La colgué de aquí, de allá y de acullá, pero nada, que no hubo forma, Sufrió los rigores de intemperies, ataques de arañas y sus mortíferas telas, bichos varios, caídas desde lo alto de árboles para terminar completamente descuajaringada: grietas, roturas y su original pintura marrón y crema descascarillada por los cuatro costados. A punto estuve de deshacerme de ella con un buen puntapié (mejor que no lo hiciera porque es bastante robusta y la lesión estaba garantizada)   

Así que sin gran convicción empecé a reparar sus muchos desperfectos con cola, masilla y algún clavo, otra vuelta de lija, de pintura, unos estarcidos con relieve unas cintas de tela adhesiva para cantear los bordes, mano de barniz... 

Es curioso el craquelado que tiene, no fue intencionado porque no tengo craquelador. Fue barnizar y craquelarse al segundo ella solita. Me gustó el efecto y le di las gracias a lo que quiera que fuera que hubiera pasado.

Y esto es todo por hoy. Os enseñaré más cosas en otra oportunidad, espero que estas os hayan gustado.

Que paséis una buena semana.