Caminando hacia la Navidad
Por el solitario sendero flanqueado de arces
veo asomar el invierno abrazado con fuerza al frío.
veo asomar el invierno abrazado con fuerza al frío.
Tan helado es su abrazo que quema las últimas hojas
pendientes de un hilo y resignadas caen, inertes, sobre
el polvo del camino.
pendientes de un hilo y resignadas caen, inertes, sobre
el polvo del camino.
El cierzo las arrastra mientras desgrana su lúgubre canto,
acompañado llega de nieves que van sepultando las hojas
y también mi viejo banco.
Lo miro desde el camino sonriendo nostálgica,
recuerdo a la niña allí sentada en aquellos
días helados de no sé hace cuántos años.
Le dijeron que moría la vida en invierno,
que no había flores en el campo,
que no había flores en el campo,
que no tenían color los árboles
ni cantaban los pájaros.
No sabían que en aquél rincón secreto crecía
un arbusto muy verde de bayas rojas cargado,
que los pajarillos bajaban de sus nidos
a saludarla a diario dedicándole sus trinos,
después de comer de su mano.
Me acerqué despacio, aparte la nieve del banco
y me senté de nuevo, esperando.
Ana Sefern
¡Que paséis un buen día y resto de semana!