Septiembre

¡Bueno, pues aquí estamos otra vez después de tres meses!

 En mi última entrada os animaba a aprovechar bien el verano 

(como si hiciera falta semejante recomendación)

 porque el tiempo vuela... Y ha volado. 

¿Lo habéis pasado bien? ¿Lo habéis exprimido?

 ¿Estáis ya hasta el moño de tanto sudar? 

Yo estoy que echo chispas.

Mi verano ha sido... para olvidar aunque, como 
suele ocurrir, con el tiempo, quizá lo recuerde mejor 
de lo que ha sido y hasta lo añore.

Empezamos el mes de junio con Simón (mi gato) 

al que rebautizaré con el nombre de "Azucarillo", 

por la diabetes que ha desarrollado y que todavía

 no hemos conseguido estabilizar, a pesar de las continuas 

idas y venidas a su veterinaria, los análisis, y de que 
lo estamos pinchando dos veces al día. 
Obviaré el resto de odiseas.

Y en julio ¡Oh, besé el suelo con estrépito, humillación 
y dolor, ganándome un poco glamoroso esguince
 que, como soy pésima enferma, no cuidé como 
debía y todavía colea.

En agosto leí, sudé y volví a leer (entre otras pequeñas 

distracciones, calmadas, pero igualmente sudorosas)

Y lo dicho, el tiempo ha volado... aunque no el calor.

Simón, flores y ¡gaviotas!

Porque este año han dejado la costa para venir a visitarnos. 

Nunca antes nos había ocurrido y la sorpresa ha sido morrocotuda.

La última foto está tomada a través de la ventana de la cocina. 

Imposible acercarme a ellas a pecho descubierto.

La granizada también nos cogió por sorpresa, una tormenta 

breve pero intensa. La neblina que se ve en la foto grande 

es el vapor que se produjo por el contraste del hielo

 con el calor de la tierra.

Pero después de la tormenta, que nos dejó un paisaje gris,

 también hemos podido disfrutar del azul intenso

 y de suaves atardeceres.

Y de la súperluna de agosto. Disculpad que no la haya 

captado en todo su majestuoso esplendor, 

es que mi cámara no da para más.

También nacieron nuevos cachorros campestres que nos han 

deleitado con sus juegos, su ternura y sus pequeñas travesuras. 

¡Y qué distintos los cuatro! ¡Si no parecen hermanos 

ni hijos de su madre! Pero doy fe, lo son.

Y hasta aquí este pequeño resumen con lo más destacado.

Espero que vosotr@s hayáis disfrutado mucho del verano, 

con lo bueno y lo no tan bueno (si ha sido todo bueno, mejor)

 Aunque pensándolo bien, todo suma, son recuerdos al fin y al cabo.