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Sobre Mi Maleta de Recortes

¡Hola a tod@s!

Me gusta lo retro, lo vintage, casi toda clase de música, la poesía, la fotografía, manualidades... Es lo que he ido recopilando en este blog, un poco disperso, como una maleta en la que se va guardando de todo sin orden ni concierto y que siempre sorprende cuando se abre.

Gracias por visitarme, gracias X dos si me dejáis vuestros comentarios... Y si decidís quedaros por aquí acompañándome ¡¡que las gracias sean X tres!!

La mayoría de imágenes que encontraréis en este rincón están sacadas de la red, si alguien considera que alguna no debería estar aquí, que me lo haga saber y la retiraré.

Todas las láminas (tarjetas, collages digitales) por mi firmados son composiciones propias partiendo de imágenes extraídas de Internet. Si os lleváis alguna, tened en cuenta que son solo para uso personal, no comercial y sin ánimo de lucro.

Nena Kosta

Por si...

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9 may 2011

Muñecas de Porcelana


A finales del siglo XIX asistimos en Europa a la llamada Época de Oro de las muñecas de porcelana.
Se elaboran bellos moldes de los que saldrán a diario bellísimas cabezas de muñecas, las cabezas de porcelana. Se hacían de caolín, una materia prima que, tras  pasar por los moldes y solidificar en los hornos a altísimas temperaturas, daba lugar al  biscuit, un material relativamente resistente y duro con el que se lograba una perfección tal de rasgos nunca hasta entonces conseguidos que logró encandilar a varias generaciones, siempre de las clases pudientes. Los cuerpos, cuando las muñecas no medían más de 25cm, se podían hacer en su totalidad de biscuit. A partir de ese tamaño se solía usar, al principio, el papel maché, el trapo relleno para muchos bebés, la piel de cabritilla para las famosas muñecas tipo maniquí articuladas, o más adelante los cuerpos en composición.
Representaban a toda una época, toda una vida, los lujos, los trajes de infinitos encajes, todo el esplendor de una era victoriana a través de una muñeca. Tener una muñeca de porcelana era un lujo a manos de muy pocos. La mayoría de las veces eran los padres quienes regalaban las muñecas a las madres, que las guardaban celosamente en lujosas vitrinas, y las niñas, ensi-mismadas, debían conformarse tan sólo con mirarlas a través de los cristales.
Más adelante, hacia la primera década de los años 20, las principales factorías, con la intención de acercarse a un número mucho mayor de familias, comienza a realizar, junto a la porcelana, las cabezas de las muñecas con masa cerámica, parecida a la porcelana, no tan exquisita y fina, pero de la que se conseguían bellísimos rostros de muñecas y bebés a un precio más asequible.
                      Texto de Teresa Martín   
                    http://www.teresamartin.org/                   
                       Fotos extraidas de la web

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Nena K